Historia

TALLERES QUINTANA es una pequeña empresa que tiene su origen en el año 1925, como consecuencia de las circunstancias, muy personales, acaecidas a Nicolás Quintana Pérez durante el transcurso de 1924. En ese año, don Manuel Cruz, uno de nuestros grandes ciudadanos, necesitó un jefe de taller para atender sus instalaciones de reparación y mantenimiento de su flota de camiones, que se empleaba, entre otras cosas, en la recogida de la correspondencia de toda la isla de Tenerife.


Av. Asuncionista – Santa Cruz de Tenerife – 1932

Para ello se puso en contacto con el principal y más afamado taller de la naciente industria del automóvil, propiedad de Sr. Vargas (“el húngaro”), el más prestigioso mecánico de aquella época, verdadero pionero.

Este señor le recomendó a Nicolás (Nicolás Quintana Pérez), uno de sus discípulos preferidos. Nicolás Quintana Pérez estaba a punto de cumplir 25 años y, en ese mismo año, terminará sus estudios de maquinista naval en la Escuela Oficial de Máquinas de Santa Cruz.
Al mismo tiempo, Nicolás era maestro interino de la disciplina de Metalistería y Talleres de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de esta capital, dependiente del Ministerio de Trabajo.

Hablaron con Don Manuel y Nicolás, se pusieron de acuerdo y Nicolás se incorporó a su nuevo empleo, casi inmediatamente, como jefe de taller de las instalaciones de don Manuel Cruz.

En Febrero de 1925, se convocan oposiciones en Madrid para cubrir las plazas vacantes en las diversas Escuelas de Arte y Oficios de España, para maestros de término, nombre con el que se conocían los maestros que tenían las plazas en propiedad. Nicolás se traslada a Madrid, se presenta a las oposiciones, gana su plaza en propiedad y regresa a Tenerife convertido en flamante profesor de término y funcionario del Estado, con el buen sueldo de 125 pesetas al mes.

Su vida da un cambio radical y se le plantean dos circunstancias que le darían un vuelco total a su futuro: Comprar el taller, que le había sido ofrecido por don Manuel Cruz y casarse. Inicia las conversaciones con don Manuel y llegan a un acuerdo: precio de las instalaciones y maquinaría: 5.000 pesetas. Nicolás no dispone de la totalidad de ese dinero y pide a don Manuel unas facilidades que le son concedidas inmediatamente.

La compra es avalada por D. Manuel Malledo Brito, comerciante establecido en la plaza y futuro suegro de Nicolás y, sin más dilaciones, se efectúa la compra. Esto significa la aparición en el panorama industrial de Tenerife de una nueva pequeña empresa, Talleres Quintana, dando lugar a la primera generación en marzo de 1925.


Fundición Quintana -1950

El segundo acontecimiento en la vida de Nicolás: el día 25 de julio de 1925, día de Santiago, Patrón de España, en la parroquia matriz de Nuestra Señora de la Concepción, Nicolás contrae matrimonio con Doña Concepción Malledo Delgado y comienza también, en ese año, su nueva familia. A partir de marzo de 1925, la modestísima industria Talleres Quintana, haciendo normas fundamentales la honradez, profesionalidad y atención al cliente, inicia un durísimo camino. Se atrae como cliente a los principales industriales y comerciantes de la plaza, como Maximino Acea, Álvaro Rodríguez López, Sixto Machado, etc.

En 1926 se incorpora a la empresa de los hermanos, Francisco Quintana Pérez, que hasta ese momento trabajaba como maquinista en las falúas (máquinas de vapor), propiedad de la firma Cory, que efectuaban el tráfico del puerto. En 1928 se incorpora el menor de los hermanos, Santiago, que hasta aquel momento trabajaba como tornero en la Puma, una empresa que participaba en la construcción del Muelle Sur. En 1929 se compra un solar en la carretera general del Sur, frente a la finca El Chapatal, propiedad de don Álvaro Rodríguez López. Se compró aquí por ser terrenos de extrarradio y, consecuentemente, baratos. Inmediatamente, se empieza la construcción de un edificio de dos plantas. La baja para un moderno, amplio y luminoso taller, y el alta, con dos viviendas, para Francisco y Nicolás.

En 1932 se termina la construcción en la “Costa”, como se llamaba a aquella zona y se procede al traslado del taller, desde su primera instalación, frente a lo que después sería el cine Numancia, años más tarde, a las nuevas y modernas de la carretera general del Sur. La amplitud y modernidad de las nuevas instalaciones y la férrea voluntad y capacidad de trabajo de los tres hermanos hacen que el comienzo sea positivo. En este año inicia una modesta colaboración con Cepsa, que también estaba dando sus primeros pasos, en su andadura de gran empresa en el ámbito mundial.

En 1940, se instala en el taller, en solar anexo, un horno cubilote para la fundición de hierro y dos hornos crisol para fundir metales no férricos. Se funden en bronce y se mecanizan las cuatro veletas de las torres de la Basílica Nuestra Señora de Candelaria. Se hacen grandes obras de estructuras metálicas (techo de Cinelandia, en la Cuesta; puertas forjadas en Las Mantecas, en la entrada a la zona residencial de Rodríguez López; primer sistema de aguas residuales; montaje de las factorías de conservas de pescado de Rodríguez López y Novaro Mora, en La Gomera y Tenerife, etc. Se van dejando, paulatinamente, las reparaciones de automóviles y camiones, ante la creciente dificultad de obtener piezas de repuesto para los mismos y se van enfocando el taller hacia tipo de trabajo de más envergadura.

En la creciente colaboración con Cepsa, y ante el aumento de las dificultades que tiene esta empresa para la reposición de diferentes partes de su sistemas de destilación, entre ellos, platos para sus torres fraccionadoras de productos, motivados por el conflicto bélico del momento, la petrolera se pone en contacto con Talleres Quintana, con quien mantiene una buena relación desde hace unos años. Se efectúan los estudios pertinentes y Talleres Quintana, en un gran esfuerzo, funde y mecaniza estos platos, permitiendo a esta empresa mantener su producción.


Barranco de Jagua – 1973

Se comienza la época de las reparaciones navales de una cierta importancia, poniendo a punto unos buques italianos que se encontraban fondeados en nuestra dársena, retenidos desde comienzos de la Segunda Guerra Europea, por pertenecer a un país beligerante y ser nosotros un país neutral. Se les efectuó una reparación de maquinillas, cubierta, casco, elementos de maniobra, etc., dejándolos en condiciones de retornar a Italia.

En 1950, se incorpora a la empresa Nicolás Quintana Malledo, hijo mayor de Nicolás Quintana Pérez.
En 1958, Nicolás Quintana deja la empresa y comienza un periplo de trabajo en las grandes empresas locales, nacionales y extranjeras, acumulando experiencia y conocimientos.

En 1970, regresa a Tenerife Nicolás Quintana Malledo, compra un solar en el barranco Jagua, frente a la Dársena Pesquera, y construye una nave industrial dotada de todos sus servicios. Se pone en contacto con su padre y sus tíos, llega a un acuerdo económico con cada uno de ellos, copropietarios en distintas proporciones, abarcando la totalidad de la empresa y la totalidad del personal (pieza clave en el acuerdo), y traslada todo el conjunto a sus instalaciones en el barranco de Jagua, instalaciones amplias y modernas, preparadas para iniciar la segunda generación de Talleres Quintana, coincidiendo, prácticamente, con el 45 aniversario.

En una labor muy dura, de gran esfuerzo, se consigue la consolidación de la empresa, impulsándola hacia nuevos cometidos y nuevos horizontes. Buscando siempre una mayor y mejor atención a sus clientes, se solicita a la autoridad competente la concesión de un solar en la Dársena Pesquera; se obtiene la concesión y se edifica un nuevo taller.

En 1985, se acaba la edificación del nuevo taller y se efectúa el traslado desde Jagua hacia la Dársena Pesquera, coincidiendo con el 60 aniversario. En este mismo año, se transforma el taller en Taller de Reparaciones N. Quintana S.L. El socio es Nicolás Quintana Valero, “Nico”, hijo de Nicolás Quintana Malledo, nieto de maestro Nicolás.
Nico comienza un duro camino, de intensa dedicación, siguiendo los pasos de dos generaciones en el taller.

En 1998, por diversas circunstancias personales, se adelantan los acontecimientos y Nico, Nicolás Quintana Valero, tiene que hacerse cargo total de la empresa y demostrar que está preparado, asumiendo la completa responsabilidad, comenzando así la tercera generación. Se amplían las instalaciones, se moderniza la maquinaría, dando paso a la nueva tecnología y “Nico” se pone en marcha, iniciando una época de buenas relaciones con grandes clientes.


Talleres Quintana en la actualidad.

En marzo de 2005, se alcanzan los 80 años de actividad ininterrumpida de Talleres Quintana, en su línea de siempre.

Por los rincones empieza a mostrarse una nueva cara, una cara joven, alegre, con ganas de vivir, ganas de hacer, Nicolás Quintana Ramos, hijo de Nicolás Quintana Valero, nieto de Nicolás Quintana Malledo y biznieto de maestro Nicolás. Es posible que un día diga: “Ahora me toca a mí”. Soñar no cuesta nada “se vislumbra una cuarta generación”

Hasta aquí he llegado con todas esas vivencias y anécdotas, que me han dado el inmenso privilegio de haber vivido con estas tres generaciones y quizás el comienzo de otra más. Me quedan anécdotas y recuerdos para llenar muchas páginas, son muchos años.

Gracias compañeros de trabajo, gracias, amigos y clientes. Gracias Nico y gracias nico (tienes que ganarte la mayúscula).


N.Q.M. 1925/2021

Así contaba nuestra historia mi abuelo allá por el 2005 y ahora casi dos décadas después siento que no haya continuado este relato, me ha tocado hacerme cargo de la empresa familiar en años complicados, crisis, pandemias, pero siempre con la inestimable e incondicional ayuda de mi padre y mi abuelo hasta hace unos días…….

Espero poder llegar hasta donde llegaron ellos, aunque ver dónde estamos y lo que hemos conseguido ya es para mí toda una victoria.

Echaré de menos esos cafés por la mañana con mi abuelo en los que siempre caía alguna anécdota, pero sobre todo, me quedaré con esa cara de orgullo con la que se despedía cada día, tras darse un paseo por el taller.

Como hubiese dicho él, “este año hacemos nuestros primeros 96 años abiertos” y el secreto está, en no cambiar la receta que lleva tantos años funcionando, Seriedad, constancia y buen hacer.